jueves, 25 de noviembre de 2010

GOBIERNO DE GRANDES


Un gran pasado se esconde detrás de este mundo contemporáneo, viviendo latente en nuestras memorias, documentados en libros que ahora solo nos dedicamos a estudiar, libros en los cuales sólo vemos imágenes, y un montón de letras que intentan describirnos los acontecimientos del ayer. Los años pasan, y la historia no se detiene, no se apiada de ningún lamento suplicante, no respeta trono ni condición, ella sólo sigue su rumbo con destino a un futuro provechoso, desviada por las acciones del ser vivo tal vez más perfecto del universo, el más intransigente, el más ambicioso, el más inconforme, ese ser no puede ser otro más que el hombre. La historia no la forma nadie más que nosotros, es cierto que somos los arquitectos de nuestro propio destino, y es por eso que muchos ilustres o avarientos alzaron la voz hace un segundo o hace siglos para expresar que nuestro presente no es el que nosotros soñamos; que luchemos por una vida mejor, por condiciones distintas, y esto amigo lector solo se logra dando un fuerte golpe a los que todos conocemos por: gobierno.
El gobierno, esta simple palabra nos puede conllevar a miles de conclusiones, podríamos hablar de su importancia, de sus máximos exponentes, de la corrupción, en fin un gran número de subtemas, sin embargo muchos han muerto a causa de tener un gobierno más justo, que no se fije en el color de piel, que permita cualquier culto, que vele por los más necesitados, simplemente que aquel en el que depositamos nuestra confianza en verdad funja con sus responsabilidades y que lleve a cabo todo lo que este a su alcance por darle lo mejor a los que lo llevaron al poder, porque nadie tiene más poder que el pueblo, los habitantes de una tierra podemos soportar mucho; pero cuando vemos en peligro nuestros derechos, nuestras garantías y más que nada nuestra libertad, no tarda que una voz valiente sobresalga de entre la multitud alentando a un pueblo entero a exigir que se cumpla con lo prometido, que esos renglones utópicos que escribían en sus discursos los hagan valer porque la historia nos ha demostrado una y otra vez que ya sea por las armas o por papeles, la justicia, y la libertad siempre triunfan, y triunfa porque no es un grupo de personas las que manifiestan una inconformidad, sino que se convierte en un sentimiento nacionalista que contagia a toda una población. Es por eso que considero importante analizar las principales formas de gobierno que han existido a lo largo de los siglos.
Siempre el poder y el dinero han sido los motores de la corrupción, pero cuando esto se combina con la ignorancia de un pueblo entero, el resultado verdaderamente es inaceptable, en la actualidad sabemos, y desde nuestra educación, se nos inculca que todos somos seres iguales y que tenemos las mismas capacidades para realizar cualquier actividad, sin embargo si nos remontamos a los siglos XIV y XV, nos podemos dar cuenta que la educación y la moral no eran aspectos fundamentales para sobrevivir en sociedad, por lo que los que estaban en lo alto, aprovechaban la ignorancia del pueblo para hacer y deshacer a su antojo. Haciendo todo lo que les convenía y quitando de su camino a cuanto estorbo se encontraran.
Esta forma de gobierno es conocida como Absolutismo, y si analizamos la simple palabra nos podremos dar cuenta el gran poder que ejercía el jerarca sobre sus territorios, un poder verdaderamente absoluto. He aquí la descripción de dicho sistema.
Absolutismo
Todos deseamos llegar a la cima, conquistar al mundo, que nuestra voz sea escuchada hasta en el rincón más abandonado de este cambiante mundo, lo que sabemos acerca de este sistema infame de gobierno es gracias a los escritos que autores de la época nos han dejado como un legado y que ahora son motivo de nuestro estudio y objetivamente de nuestra crítica.
Sabemos que sólo existe un Dios, un Dios al que todos veneramos, al que le levantamos templos hermosos, ofrecemos ofrendas, le dedicamos rezos, le atribuimos milagros. Y hacemos esto porque en verdad deseamos el perdón de nuestros pecados, el ser recibidos en la gloria eterna; pero toda esta realidad cambia cuando percibimos a un gobernante déspota como una divinidad, si me permito expresar[1] mi crítica, en verdad me parece inaceptable y totalmente contrario a nuestra filosofía, aceptar que nuestro gobernante desciende directamente por decreto glorioso; y es refutable porque como católicos que somos, en la Biblia se nos inculca en cada una de sus páginas el amor al prójimo, los valores en los que debe vivir una sociedad civilizada y la justicia ante todo. Es por eso que el absolutismo no lo veo como una forma de gobierno, sino como una forma de explotación al pueblo, de despotismo sin riendas y el máximo exponente, como ya lo he mencionado, de la ignorancia humana.
  “El absolutismo consiste en suponer que los reyes recibían el poder por concesión divina, por lo que nadie podía discutir, ni mucho menos dejar de obedecer su mandato, en esa época se considero como necesario, pues los monarcas tenían que tomar grandes decisiones y no podían, ni querían consultar al pueblo para evitar influencias ajenas a su política.”  1
Analizando de nueva cuenta esta cita, obtenida de un sustento científico, nos podremos dar cuenta que el absolutismo no es la mejor forma de gobierno, y les diré porque, en esos simples cinco renglones se nos menciona que se consideraba como necesarias las medidas impuestas en aquellos siglos porque los monarcas tenían que tomar grandes decisiones, y yo me pregunto ¿que en la actualidad, en pleno siglo XXI nuestro presidente no tiene que cumplir con múltiples responsabilidades?, una simple autorización o rechazo de algún postulado podría cambiar totalmente los rubros del país; y aunque no vivimos en las condiciones sociales que todos quisiéramos, nuestra situación no es comparable con la de aquellos años, donde un simple comentario en contra del rey le podría costar la guillotina, o si corría con suerte, sólo el exilio de la patria. Un “poder absoluto”, que anhelado suena esa simple frase, tener el control total de un pueblo, sin embargo esto no es fácil y como mencione al principio de mi ensayo la historia nos pone el ejemplo, durante la revolución francesa el rey de Luis XVI fue condenado a muerte debido a que sus seguidores intentaron restaurar el antiguo régimen; sin embargo toda revolución o independencia aunque inicialmente tiene como objetivo la buscar la libertad a favor del pueblo, gracias a las fuentes de investigación, nos damos cuenta que después que se logra la independencia el nuevo gobierno resulta igual, tal como paso en nuestro país, cuando Agustín de Iturbide se cambio al bando de los insurgentes siguiendo sus intereses, y con la astucia que lo distinguía estableció el primer imperio en México.
Estos son unos ejemplos que yo en lo personal escribo para respaldar mi opinión acerca del absolutismo, sin embargo muchos escritores afamados y reconocidos como ilustres de la época han defendido por medio de sus obras al absolutismo he aquí sus principales postulados:
“El inglés Thomas Hobbes, en su obra Leviatán, asentó que los gobernadores renunciarán a sus derechos a favor del monarca a través de un pacto, pues el rey era una garantía para todos al presentarse conflictos externos e internos”[2]
“Jean Bodín, autor de la República, escribió que el rey tenía el poder supremo sobre los ciudadanos y demás súbditos”[3]
“El obispo y escritor francés Jacques Bénigne Bousset, en su texto Política según las sagradas escrituras”, escribió que el rey tenía el poder por voluntad divina y todo gobierno, sea cual fuese su origen, sea justo o injusto, pacífico o violento, es legítimo; quien tuviese la autoridad, sea quien fuera, era sagrado y al levantarse en contra de él cometería sacrilegio”[4]
Con esto nos podemos dar cuenta que no sólo la política estaba involucrada en los asuntos gubernamentales sino que la misma iglesia defendía esta forma de gobierno porque era su homónimo. La iglesia manipulaba a su antojo al pueblo, lanzando amenazas de excomunión y de otras índoles; pero insisto con lo mismo esto no se hubiera pasado si el pueblo fuera letrado, en fin, el absolutismo no es la única forma de gobierno que ha existido, pero a mi punto de vista ha sido la más injusta y la quebranta toda garantía o derecho social de la población.
Debo reconocer que la lucha por el poder siempre se ha dado, se da y se dará porque nuestra ambición supera cualquier cosa, siempre anhelamos tener más, destacar entre los mejores; lamentablemente muchos de los que ahora están disfrutando del sabor del poder no llegaron a su puesto por su inteligencia o por el apoyo del pueblo, sino por una serie de corruptelas y tráfico de influencias que circulan en toda estructura gubernamental. Yo puedo juzgar esto como una falta de moral, o falta de valores éticos y civiles pero en este mundo tan variado no todas las cabezas piensan igual, y sinceramente creo que esto es lo que hace interesante a nuestro planeta. Hubo un hombre que verdaderamente, aunque no profeso sus ideales, es motivo de mi asombro; me refiero al inmortal Nicolás Maquiavelo, perteneciente a una familia noble pero de escasa fortuna, designado secretario de cancillería, importante filósofo, político y en especial un gran crítico y escritor de los sistemas gubernamentales.
Es motivo de mi admiración porque en verdad es autor de un libro verdaderamente realista, acorde a la fecha en que fue publicada y aunque ya hace mucho de esto pareciera que es la biblia de nuestros actuales políticos, a la obra a la que me refiero se titula El Príncipe, o también conocido como “el manual de la corrupción” al leer sus páginas, descubrimos que su principal pensamiento es que no importa los medios utilizados para llegar al poder, esta frase podría abarcar un gran número de interpretaciones pero no concuerdo con él, porque no es justo pisotear los derechos de un pueblo, ni asesinar, ni desprestigiar a familias enteras sólo para llegar al poder .
A la vez en su libro expresa las acciones que se deben de llevar a cabo para conservar un gobierno, o un principado como los nombraba él, he aquí un poco de su filosofía:
“Todos los estados, todas las dominaciones que han ejercido o ejercen soberanía sobre los hombres han sido y son repúblicas o principados. Los principados son o hereditarios, cuando una familia ha reinado en ellos largo tiempo o nuevos. Los nuevos o lo son del todo, como lo fue Milán bajo Francisco Sfarza o son como miembros agregados al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como es el reino de Nápoles para el rey de España.[5]
En lo que concuerdo con Maquiavelo, es en que es cierto que los sistemas de gobierno, o son principados o son repúblicas. Creo que anteriormente he hablado suficiente de los principados y su estrecha relación con el absolutismo, pero ahora es momento de compararlo con otra forma de gobierno que a mi humilde juicio es la más compleja,


[1] Treviña, J, Jaime, Historia 2, Ediciones Castillo, 2° edición, México DF
[2] Ibid, p.13
[3] Ibidem
[4] Ibidem
[5] Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Ediciones Leyenda, No 2008, Edo. México p. 107

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